
Hilos de curación: estrategias basadas en el arte para la justicia transicional en la Guatemala posconflicto
Un discurso idealista en una realidad desgarradora.
Tras conflictos prolongados, los mecanismos de justicia de transición son instrumentos cruciales para fomentar la reconciliación y la curación dentro de sociedades fracturadas, frustrando la recurrencia de la violencia. Si bien los esfuerzos predominantes se han inclinado predominantemente hacia enfoques legalistas, como comisiones de investigación y tribunales para crímenes de guerra, centrados en medidas punitivas para los perpetradores, el paradigma de la justicia restaurativa introduce facetas de participación, personalismo, reparación y reintegración. Una distinción fundamental en el discurso de la justicia transicional reside en discernir la justicia como un resultado de los objetivos más amplios que rodean la transición como un proceso continuo. El arte emerge como un medio poderoso en este terreno de transición, actuando como una entidad lingüística transformadora que facilita una profunda autoexpresión. En la recuperación posconflicto, los individuos han utilizado el arte como una herramienta de suma importancia, erigiendo un lenguaje colectivo que fomenta el afecto, mejora el aislamiento y descubre las profundidades del trauma, impulsándolos hacia vías terapéuticas. Un elemento central de este discurso es el concepto de memoria, un pilar para lograr la transformación y el cambio en la narrativa de consolidación de la paz, ya que las expectativas sociales para el futuro están inexorablemente entrelazadas con los recuerdos del pasado.
Más de 200.000 guatemaltecos fueron asesinados o desaparecidos forzadamente en una guerra civil que se desató entre 1960 y 1996. De las víctimas identificadas en la Comisión de Esclarecimiento Histórico patrocinada por la ONU, el 83% eran indígenas mayas. El 93% de estas violaciones de derechos humanos fueron llevadas a cabo por fuerzas gubernamentales. Las raíces de la guerra civil guatemalteca se remontan a casi 500 años de violencia y exclusión étnica. La conquista española de Guatemala reemplazó el orden socioeconómico de la antigua civilización maya con una dura economía de plantación basada en el trabajo forzoso. Aunque Guatemala obtuvo su independencia en 1821, continuó siendo gobernada por una serie de dictadores militares alineados con la oligarquía terrateniente. A pesar de los esfuerzos de las comisiones de la verdad, un ambicioso programa de reparaciones y varias sentencias históricas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, los procesamientos por crímenes pasados (y presentes) se han visto obstruidos por la persistente influencia de ex funcionarios implicados en abusos contra los derechos humanos. y por la intimidación y corrupción del sistema legal interno por parte de los narcotraficantes. La justicia transicional no es sólo una cuestión de derecho, sino también un proceso para dar sentido al pasado. Como sostiene Elie Wiesel (1977), “si los griegos inventaron la tragedia, los romanos la epístola y el Renacimiento el soneto, nuestra generación inventó una nueva literatura, la del testimonio”. Este testimonio adquiere expresiones artísticas, desbloqueando la imaginación de las víctimas, revitalizando sus recuerdos y generando experiencias novedosas. Las artes revelan traumas ocultos, presentándolos abiertamente para que todos sean testigos. Establecen un momento y un entorno dedicados al recuerdo, el duelo, el perdón, la curación y la visión de un nuevo futuro. En primer lugar, las artes no sólo cuentan historias individuales sino también las de otros como grupo. Como resultado, las artes mezclan las diferencias que existen entre partidos, religiones, clases y generaciones en conflicto y las hacen irrelevantes. Y segundo, las artes dan un papel decisivo al público, los creadores del arte dejan espacio para que el público reinterprete la pieza, lo que genera nuevas emociones, nueva sanación y perdón.
La organización de Trama Textil es una cooperativa propiedad de mujeres mayas enfocada en el tejido de cintura. Mientras los hombres mayas “desaparecían”, las mujeres de la comunidad se unieron para mantenerse a sí mismas y a sus familias. Lo hicieron haciendo lo que siempre habían hecho: tejer cintura. Tejer con Trama Textiles no solo les brinda a estas mujeres una manera de entregar ropa, dinero y otro tipo de apoyo a sus familias, sino que también les ayuda a lidiar con su trauma. Trama Textiles proporciona un lugar de alivio para muchas mujeres indígenas mayas de Guatemala. No sólo está brindando curación a Guatemala, sino que también está ayudando a las mujeres de las aldeas indígenas a formar una comunidad en la que prosperen. Estas mujeres, que a menudo son analfabetas y no hablan el mismo idioma, pueden unirse para gestionar una cooperativa. Ganan dinero y valiosos conocimientos empresariales mientras muestran al resto de la nación que la paz y la curación son posibles después de un pasado violento y turbulento. Los ingresos también les sirven para enviar a sus hijos a la escuela y tener una educación. Se reconoce cada vez más que los recursos artísticos y culturales son beneficiosos para los esfuerzos de reconciliación posconflicto y se están incorporando a las intervenciones de salud mental. La fabricación de textiles tiene un valor psicológico único en Guatemala debido a los antecedentes y la cultura de la región y las ricas tradiciones mayas. El patrimonio textil es una tradición viva heredada de los antepasados y transmitida a los descendientes. Las prácticas textiles nos permiten encontrar un lenguaje compartido, trabajar con heridas psicológicas y apoyar la curación. A través de la artesanía, el trabajo manual y la conversación sobre las piezas terminadas, se fomenta el diálogo comunitario y se saca a la luz la conciencia sobre cuestiones de cohesión social y paz.
Las estrategias de curación basadas en el arte, con su probada eficacia global, no se limitan a Guatemala; El reciente evento de Impunity Watch en Burundi el 20 de mayo de 2022 es un testimonio de su impacto universal. Este debate de Bujumbura destacó el poder transformador del arte, haciendo referencia específica a la obra 'Poli-tue-scène' de Troupe les Enfoirés de Sanoladante. El evento subrayó el papel del arte al cuestionar las relaciones sociales, actuar como terapia y contribuir a la identidad cultural. Estos conocimientos adquieren profundidad adicional al considerar diversos enfoques artísticos en países como Afganistán, Chile, Libia, Perú, Ruanda y Sudáfrica. En Afganistán, las artes, incluidas la narración de cuentos, el teatro y la producción cinematográfica, han desempeñado un papel crucial en el proceso de curación de la nación desde la implementación del "Plan de Acción de la República Islámica de Afganistán para la paz, la justicia y la reconciliación" en 2006. De manera similar, en Chile, las mujeres iniciaron el "movimiento arpillera", elaborando piezas de tela simbólicas para narrar historias de secuestro, tortura y muerte durante la dictadura militar. Guatemala también empleó símbolos cristianos con "ángeles callejeros", creados por Daniel Hernández-Salazar, para transmitir mensajes de las víctimas y alentar a los vivos a hablar. Libia recurrió al graffiti como forma de expresión democrática tras el derrocamiento del régimen del coronel Gadafi, simbolizando el deseo de derrocar años de tiranía. En Perú, el Grupo Cultural Yuyachkani utilizó el teatro para convocar a los muertos y confrontar la verdad de la justicia, mientras que los ruandeses abrazaron los concursos de danza para preservar las tradiciones y fomentar la unidad. Por último, los sudafricanos utilizaron arte, como el monumento a la bolsa de compras azul, para recordar la trágica muerte de Natal Umkhonto.
Con las cicatrices de un conflicto brutal grabadas profundamente en la memoria colectiva, Guatemala se erige como un testimonio conmovedor de la exigencia de estrategias de curación basadas en el arte dentro del ámbito de la justicia transicional. El mosaico de más de 200.000 vidas perdidas o desaparecidas por la fuerza, predominantemente entre las poblaciones indígenas mayas, da fe de la profundidad de las heridas que requieren enfoques integrales para curarlas. La lucha por la justicia en Guatemala no es meramente un esfuerzo legal; es un viaje para afrontar una narrativa histórica empañada por la violencia y la exclusión. El arte, con sus diversas manifestaciones, actúa como punto central de este proceso, permitiendo a individuos y comunidades superar divisiones lingüísticas y culturales, tejiendo un tapiz de experiencias y emociones compartidas. A través de iniciativas como la cooperativa Trama Textil, mujeres de espíritu inmejorable han aprovechado el antiguo oficio de tejer cintura, no sólo como medio de sustento económico sino también como conducto para la curación colectiva. Al tejer hilos de resiliencia y recuerdo, tejen un futuro en el que la paz y la prosperidad son alcanzables. A medida que los mecanismos de justicia transicional continúan evolucionando, existe un imperativo creciente de integrar estrategias de curación basadas en el arte como un componente integral. Abogar por el establecimiento de programas especializados que fusionen la expresión artística con los procedimientos legales puede ser fundamental para amplificar el impacto de los esfuerzos de justicia transicional. Además, los formuladores de políticas y las partes interesadas deberían considerar la asignación de recursos para apoyar iniciativas similares a la cooperativa Trama Textile, reconociéndolas no solo como motores de empoderamiento económico sino también como impulsores de curación y resiliencia colectivas. Al fortalecer estos esfuerzos, las sociedades que emergen de un conflicto pueden forjar un camino más inclusivo y compasivo hacia una reconciliación duradera.
Escrito por Lucie Linossier, LL.M. Derechos Humanos y Derecho Humanitario (Voluntario)